Tengo aliento para supirar sólo hoy...
sólo siento que respiro en un cuerpo
que no es mío.
Y no lo pienso negar, que he muerto
para nacer, naciendo de restos.

Se han secado las lágrimas en mi cara,
regueritos, regueros muertos.;
por culpa de la sal es sentido erosionado
por agua y cien vientos.

Que este suspiro, ay, que aún me queda
es todo mío.
Todito cuanto he guardado
queda frío.

¡Si no lo voy a negar, que aún lo siento!
Todito para mí
humo de incienso.

Suplidos sentimientos con sentidos sin nombre,
solo vivencias retomadas de las pausas
que ayer y en años, olvidadas las palabras
se fueron alejando sin conocer hacia dónde...

Llorada la muerte, ya gastados los besos...
entonada melodía de un adios aún cercano;
sigo escuchando al ritmo de un corazón gastado
azotando ahora las brisas que me llevan tan lejos.

No un adios, con gesto duro... es despedida,
es abrazo sin la crisis de la ausencia.
Es un hoy de colores que se mezclan
en el óleo que pintamos en la vida.

Vuelve

¿Por qué lloras? Y derramas sin pensar
las escasas sonrisas, ...esperanzas...
cansados los ojos, casi muertos,
no ven nada ni mirando hacia el mar...
...ciegos...

Lágrimas sin sal en la arena, ya secas,
sangres del alma, como vieja,
escurrida de haber sido amada...
alma sin alma, deshecha.

Ya lloraste, ahora mírate la barbilla,
levanta en tu espejo la mirada;
palpitan las sonrisas aflojadas,
como flores en el agua, ahora vivas.

Lloras... pon tu mano, compañero
sobre un alma olvidada
de lo tactos, de las nubes de esperanza,
de risas que, abandonadas,
resuenan en eco profundo...
cruel abismo de sangres y miedos,
cruel sanguinario que cubre de negro.
ESE miedo.

Melodías que hablan, cadenciosas, tristes,
del réquiem por el humano muerto;
ese que no recuerda ser, perdido y lelo,
y busca, buscando el perdido anhelo
de que un día fue o será, del encuentro,
de un querer sin sal, nada dentro.
Llora y empapa, encoje, canta,
oirás el terco miedo, ahora pequeño...

Estoy triste porque has olvidado...

qué hay de las promesas,
de los suspiros desesperados

donde faltaba el aire
en eternos abrazos...

Dónde estás ahora, amor,
¿dónde? ...
...
...
...
El SILENCIO, mi regazo.

Desapareció mi alma y no la encuentro...
En un suspiro echó a volar
y ahora está lejos.

Ya no podrá volver si yo no la llamo;
alma viajera, ¡tanto tiempo te he llevado!...

¿Y ahora? Aún lloran del puño unas letras,
esas que desgarran cuando están dentro...
Quizás susurre al viento una de ellas,
la llevará viajando hasta lo eterno...

Allí duelen heridas de ayer, hoy y mañana,
allí no existe nada más que Todo sin tiempo;
estará quieta, esperando, triste mi alma,
¿por qué yo? -pregunta herida- fui tan lejos...

PUÑOS CON SANGRE

Se acabó, ya no golpean tus puños
la cruz del ángel que ya ha caído.
En su cara hay dos luces moradas
y una frente seca de arrugada.

Muerta por la muerte más injusta,
dolor ensangrentado;
malnacido despojo, no eres humano,
mereces más golpes gritando su nombre.
Que en noche de entera luna
bajo la injusticia ya no te escondes:
y el odio de las gentes, ciegas y mudas,
ha caído aplastante sobre la noche.








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